Nuestro cuarto día amaneció abrasador, como todos. Nos dirigimos a Ramallah, ciudad caótica en donde nos entrevistamos con Ohaila Shomar, de la organización SAWA (“Juntas”, en castellano). Esta mujer, de hablar pausado y desde su ser feminista, nos cuenta cómo es su trabajo para la prevención de la violencia de género y los retos a los que se enfrenta. Asegura que muchas veces siente que recorre este camino con escasos apoyos. En un ambiente de violencia y represión, como el que se vive aquí, los límites de violencia contra las mujeres, las niñas y los niños nos resultan abrumadores. Para Shomar, “violencia es todo lo que traspasa los límites del cuerpo que se ha marcado cada mujer y que no quiere que sean rebasados”. Incluye en esta definición la violencia psicológica.
SAWA es un programa que atiende a víctimas de violencia de género a través del número de teléfono 121. Las líneas están abiertas los siete días de la semana, 16 horas al día. El programa recibe un 75% de llamadas de mujeres y un 25% de hombres, niñas y niños, quienes también pueden recurrir a este servicio. 200.000 llamadas al año nos dan la pauta de la magnitud de esta situación. El programa se complementa con formación, campañas sobre prevención de la violencia y contra el maltrato infantil en barrios y escuelas dirigidas, entre otros colectivos, al personal sanitario.
Tras dejar la sede de SAWA, en el anonimato en el que se mantiene para desarrollar su trabajo, visitamos WCLAC (Women´s Center of Legal Aid and Consulting), un centro de apoyo legal para mujeres. La encargada del centro, que no puede decir que trabaja aquí para evitar que afecte a su vida personal -lógica que impone la ocupación israelí-, nos resumió las áreas de trabajo de WCLAC: las leyes de familia y de herencia; la violencia contra las mujeres; la necesidad de transformar el sistema patriarcal; y la ocupación israelí, que agrava la vulneración de los derechos de las mujeres.
Desde Ramallah nos trasladamos a Navi Saleh, el primer pueblo que llevando a cabo una resistencia no violenta contra los asentamientos judíos de la zona. Allí nos recibió Manal, una mujer humilde que, de la misma forma que nos abrió la puerta de su casa para que invadiéramos el salón, nos abrió su corazón. Esta mujer lidera la resistencia pacífica contra la ocupación y todos los viernes desde 2009 sale con sus vecinas y vecinos a exponer su cuerpo a los gases, a las detenciones y a los golpes de los soldados israelíes.
Dejamos Ramallah, caminando en silencio, sintiendo que en este camino estamos SAWA-Juntas.