Ihab Abu Khairan vive en el corazón del campamento de refugiados y refugiadas de Arroub, en la ocupada Cisjordania. Hacinado y, a menudo, sufriendo los gases lacrimógenos e incursiones de las fuerzas israelíes, el amor de Ihab por la jardinería y la naturaleza le distrae de la dura realidad que vive su comunidad. Su pasión inspiró su proyecto de renovación en su terraza a través de plantas y espera que pueda aportar tranquilidad a sus vecinos.
Todo comenzó en 2018, cuando Ihab, que entonces tenía 24 años, presentó su idea de proyecto “terraza verde” al concurso Hult Prize en la Universidad de Hebrón, un concurso abierto a estudiantes universitarios de todo el mundo que los anima a desarrollar ideas que solucionen problemas que enfrentan sus comunidades. Ganó el primer premio a nivel regional en 2019.
«El concurso requería un plan pionero que pudiera servir a más de 10.000 personas. Como yo estaba estudiando agronomía en ese momento, se me ocurrió esta idea, inspirada en proyectos exitosos similares que se han llevado a cabo en otras partes del mundo».
La expansión urbana vertical de espacios verdes es esencial en esta zona, dado que los límites de los campamentos son fijos y el acceso a espacios públicos está reservado a la construcción de la creciente demanda de viviendas. Se trata de la densificación vertical de la naturaleza dentro de un centro urbano con la que se regenera el medio ambiente y la biodiversidad. Con estos proyectos se frena la expansión urbana, se filtran las partículas de polvo, se produce oxígeno y protege a las personas del sol y de la contaminación acústica.
Con el inicio de la pandemia de COVID-19 el año pasado, Ihab se vio obligado a pasar la mayor parte de su tiempo en casa. «Durante las primeras semanas de cuarentena descubrí que tenía mucho tiempo libre. Comencé a implementar mi proyecto de jardín colorido y cómodo, a pesar de su pequeño tamaño. Es un lugar donde podemos sentarnos y relajarnos todos los días. Cuando las cosas mejoren con la pandemia invitaré a amigos y familiares», agregó.
A pesar de la brillante idea, los residentes del campamento de Arroub dudan en poner estos jardines en las azoteas de sus casas. Incluso con su necesidad de espacios verdes, prefieren usar el espacio para construir habitaciones adicionales con las que acomodar a sus familias.
Además, la inestable situación de seguridad también influye. “Casi a diario las autoridades israelíes lanzan bombas de gas en nuestras casas y mis plantas han sido destruidas en más de una ocasión por los envases de los gases lacrimógenos”.
Actualmente, Ihab fabrica fertilizantes orgánicos para la venta y estudia con la esperanza de llegar a ser veterinario algún día, mientras brinda atención médica para ganado, ovejas y otros animales de granja. Ha nacido y vivido toda su vida en este campamento y ha trabajado como voluntario de UNRWA en el Comité de Salud de Primeros Auxilios y durante el año pasado, con la pandemia, ayudó a la identificación de los casos más vulnerables. «Vivimos en una zona semi-sitiada y las familias aquí tienen recursos económicos limitados. Por eso siento que es mi deber brindar ayuda y asistencia en cualquier forma para facilitar la vida de los residentes del campamento».
Su innovadora idea de ecologización se puede aplicar a la agricultura urbana y promueve la salud del planeta. Ihab espera que su proyecto se incorpore en otros campamentos de Cisjordania: “Quiero que las azoteas de las casas de refugiados se vean coloridas y verdes en lugar de grises, lo que con suerte traerá alegría y felicidad a las familias refugiadas”.